Enfrentarse al espacio Público en Hong Kong es una quimera, pues apenas existe y el que existe transmuta entre lo privado y lo público con unos límites dispersos, apenas definidos, que se desvanecen entre los ojos con sólo acercarte. Son espacios apenas libres entre los altos edificios verticales de alta densidad, donde los intereses del sector privado se anteponen, buscando la optimización de un suelo muy caro en términos exclusivamente económicos. Un gran negocio para los grandes intereses del sector privado en una isla limitada por el mar y las montañas, sin apenas espacio libre, en constante crecimiento, a veces instantáneo.
El espacio público en HK sufre una privatización salvaje. Los pocos espacios públicos son apenas espacios de transición desconectados uno del otro, espacios deshumanizados, distópicos, que nos transportan a las calles imaginadas por Fritz Lang en Metrópolis. Una Blade Runner calidoscópica en tiempo presente.
Hong Kong es por definición una ciudad de capas. Sustratos que se superponen los unos a los otros, en una amalgama de imágenes flotantes.
Rascacielos, pasarelas o “skywalks” son medios de flujos peatonales masivos que canalizan a las personas a determinados lugares generando nudos de comunicación, donde un peatón atraviesa literalmente los edificios sin pisar el asfalto de las calles, enlazando plazas dentro de los mismos edificios corporativos que contienen centros comerciales, incrustados en su interior. Caminado por estas pasarelas, sin pretenderlo, te encuentras con ascensores, escaleras mecánicas, espacios domesticados para el consumo, un consumo salvaje. Sí o sí te conducen a espacios comerciales estándares para atraer a los transeúntes a actividades puramente comerciales, para las que han estado diseñadas. Convirtiendo el espacio público en un espacio exclusivamente marginal y mercantilizado. El concepto de plaza occidental es simplemente apenas inexistente, en una ciudad que transmuta lo público como privado con la facilidad de simplemente caminar de una calle a otra. Un adoctrinamiento del territorio por y para las doctrinas dominantes.
El HSCB en la trama Urbana.
El estudio se centra en el espacio libre que se genera bajo el atrio elevado que deja el edificio HSBC Building (en chino tradicional, 香港滙豐總行大廈) sede del banco HSBC para Hong Kong, un edificio de 180 metros de altura con 47 pisos y cuatro niveles de sótano.
Ubicado en Queen's Road Central, Hong Kong. El edificio fue diseñado por el arquitecto británico Sir Norman Foster y su construcción duró 6 años (1979-1985)
El cuerpo del edificio está elevado del suelo, generando la sensación de estar flotando. El suelo del edifico es transparente permitiendo desde abajo la observación de un gran atrio vacío dentro de la estructura del edifico. Se accede desde unas escaleras mecánicas que salvan la cota entre el atrio y el suelo. Durante la semana los usos del espacio público que se generan bajo el edificio cumplen con las directrices para las que ha sido proyectado: generar un acceso a las oficinas y oxigenar el congestionado espacio, lleno de rascacielos sin apenas espacio entre ellos. Los ejecutivos en traje y oficinistas sudorosos son los habitantes anodinos que comparten este espacio entre las prisas de la vida moderna. Pero el domingo este espacio transmuta, se transforma en algo para lo que no ha estado ni diseñado ni concebido, generándose el concepto de anomalía, redefiniéndose todo el espacio y generando un nuevo uso distinto para el que ha estado concebido. La ciudad y el espacio público “Post-it-city”.
Término acuñado por el arquitecto Giovani la Barra, que ilustra con el típico post-it de oficina, definición de espacios de la ciudad que son alterados y conquistados por la ciudadanía para generar otros usos para los que no han sido concebidos. Como un post-it que se solapa uno a otro, que se intercambian con gran facilidad generando formatos temporales de diferentes usos acotados en el tiempo, sin carácter perdurable que se sobreponen sobre el territorio urbano. Proliferaciones de situaciones huidizas de correcciones que los ciudadanos dan a políticas pre-establecidas en la planificación convencional. Unos usos no codificados, temporales, anónimos con un talante crítico implícito. El caso del HSBC ejemplariza todos estos conceptos.
¿Qué altera este espacio, concebido como atrio de un opulento edificio corporativo de una entidad bancaria? Pues la presencia de miles de trabajadoras de origen filipino que trabajan como internas y que sólo tienen ese día libre a la semana para reunirse y poder realizar sus gestiones personales. Se calcula que, entre 120.000 y 150.000, trabajan en Hong Kong, en el servicio doméstico.
El domingo es su día libre semanal, se acercan al HSBC en masa invadiendo el centro de la ciudad, en una ocupación silenciosa, asentándose en recintos que construyen entre cartones de intimidad colectiva, como pequeñas estancias donde comparten actividades, con el descanso. Sociabilizan. Dedican ese día libre para poder realizar todas las actividades de ocio que durante la semana tienen vedadas. Juegan a juegos tradicionales filipinos, cartas, bailan, se comparten noticias de sus familias, generando un punto de encuentro de una comunidad que se reúne ese día en ese lugar transportando sus propios hábitos, cultura y tradiciones, construyendo un espacio de comunidad e identidad en un espacio público que les es vedado. Realizan actividades cotidianas que no pueden ejercer durante la semana: como transferencias bancarias, recargar los móviles etc. Para esta logística la ciudad corta el tráfico en las avenidas adyacentes al HSBC y es por ello que algunos bancos o almacenes abren para que ellas puedan desarrollar estas sencillas tareas cotidianas que no pueden realizar durante la semana. Son las clases sociales más desfavorecidas, muchas de ellas sufren explotación laboral y racismo en un terreno hostil y distópico.
Esta anomalía ha sido carácter de interés para varios artistas. Destacando la artista visual Marisa González, como recogen sus trabajos, donde queda reflejada esta alteridad del espacio.
Conclusiones
Todas las ciudades son por definición, el espacio natural donde se desarrolla la experiencia contemporánea. Poseen un carácter ideológico e identitario del espacio. En Hong Kong encontramos que el uso real, que la ciudadanía ejerce para la conquista de los lugares colectivos es una singularidad para el que no está planificado ni diseñado, sino que atiende a unas necesidades de las personas que habitan la ciudad, generando nuevas subjetividades que dinamiza y democratiza el entorno, creando el arquetipo de la multiplicación. Son espacios huidizos que responden a las nuevas necesidades que emergen de reconquistar la ciudad y su espacio público. Redefiniendo estos espacios temporales que se adaptan y modelan la ciudad, a veces invisible, de situaciones efímeras que no pretenden dejar un rastro permanente.
Es en el Espacio Público donde una sociedad se hace visible y es nuestro derecho y deber luchar por él. El derecho al espacio público es en última instancia, el derecho a ejercer como ciudadano que tienen todos los que viven y quieren vivir en las ciudades.
“Cuando llegas a Hong Kong te desborda. Pero poco a poco te atrapa en su red de calles y túneles, sus luces te muestran su opulencia. Es entonces cuando miras hacia arriba, y es en ese momento, cuando ya sabes que estás atrapado en ella" Carlos Perales
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