Las Torres Venecianas, Barcelona.
- carpegom
- hace 3 días
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Hay elementos icónicos en el paisaje que has estado viendo siempre, desde que tienes uso de memoria, y mientras tu vida se ha ido desarrollando, estos han seguido formando parte de tu paisaje cotidiano. Esa imagen de lo diario, de lo inalterable, es la que siento yo en relación con las Torres Venecianas de Barcelona. Siempre las había observado como elementos decorativos, presentes mientras la vida iba pasando, hasta que un día tuve la posibilidad de entenderlas, mostrarlas y explicarlas dentro del evento de las visitas guiadas del Festival de Arquitectura 48hOpenhouse de Barcelona. Allí las conocí y las entendí.
Para empezar a describirlas y entenderlas es preciso contextualizarlas. Las torres, son uno de los grandes legados de la Exposición Internacional de 1929 que acogió por segunda vez la ciudad.
Barcelona guardaba un grato recuerdo de la Exposición Universal del año 1888. Esta supuso un gran avance para la ciudad, tanto en el terreno económico y tecnológico, así como la profunda remodelación urbanística del parque de la Ciudadela. Por todas estas razones se proyectó esta nueva exposición, para dar a conocer los nuevos adelantos tecnológicos y proyectar la imagen de la industria catalana en el exterior. De nuevo, la exposición originó una remodelación de una parte de la ciudad, en este caso la montaña de Montjüic, así como de sus zonas colindantes, especialmente la plaza de España, suponiendo un gran espaldarazo urbanístico para esta nueva Barcelona en ciernes. La ciudad proyectada por Cerdà saltaba del papel, donde fue proyectada, a la materialización tangible.
La elección de Montjüic y su zona colindante empezó a gestarse en 1905 promovida por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, como una forma de llevar a cabo el nuevo Plan de Enlaces diseñado por Léon Jaussely. Inicialmente se pensó que el recinto de la exposición estuviese en la zona del Besós, pero finalmente en 1913 se decidió su ubicación definitiva en Montjuic. En 1915 se presentó un primer anteproyecto a cargo del propio Puig i Cadafalch, que lo dividió en tres proyectos más concretos, cada uno encargado a un equipo de arquitectos: Puig i Cadafalch —con Guillem Busquets— se reservó la parte baja de la montaña, destinada a la Sección Oficial; Lluís Domènech i Montaner y Manuel Vega March se encargaron de la parte alta de la montaña, destinada a Sección Internacional; y Enric Sagnier y Augusto Font Carreras desarrollaron el sector de Miramar, destinado a una posible Sección Marítima del certamen, zona que finalmente no se llevó a cabo.
La primera dificultad que encontró tan mago proyecto fue la consecución de los terrenos, ya que para la exposición proyectada hacían falta al menos 110 hectáreas, y el Ayuntamiento de Barcelona solo poseía 26 hectáreas en 1914. Para conseguir las 84 hectáreas que faltaban, se tuvo que recurrir a un proceso de expropiación de terrenos, conforme a una ley de 1879 para la expropiación de terrenos con fines públicos. Desde ese momento la montaña fue declarada espacio de utilidad pública, con el consiguiente poder gubernamental para poder desalojar de manera dolorosa a unas 1.000 familias. Para realojar a estas las familias afectadas, se creó el Patronato de la Vivienda, construyéndose edificios baratos en las zonas cercanas al cementerio de Montjüic, el barrio de Bon Pastor, Baró de Viver o Can Peguera.
Fotos del área de Montjuïc antes de la Exposición del 1929
El sueño de Puig I Cadafalch de construir en la capital catalana una “París” iba cogiendo idea en su mente.
En 1917 comenzaron las obras de urbanización de la montaña de Montjüic, a cargo del ingeniero Mariano Rubió Bellver . El proyecto de ajardinamiento corrió a cargo de Jean-Claude Nicolas Forestier, que contó con la colaboración de Nicolás María Rubió Turudí; realizando un conjunto de marcado carácter mediterráneo de gusto clasicista, combinando los jardines con la construcción de diferentes pérgolas y terrazas. El recinto de la exposición, como hemos dicho anteriormente obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch, incluía la plaza de España -en torno a la cual se edificaron cuatro hoteles de los cuales sólo queda un edificio en pie, que actualmente aloja la Escuela Francesc Macià.

Foto actual de la Escuela Francesc Macià
Para la entrada del recito y adaptándose forma circular de la Plaza España, aún por construir, diseñaron una exedra, un conjunto monumental de forma circular, en torno a un hemiciclo formado por una columnata de estilo barroco. Proyecto con clara influenciada en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano de Bernini.

Plano original del proyecto de Puig i Cadafalch
En la zona centro de la exposición, detrás de la fuente mágica se construyeron cuatro columnas de estilo jónico, que simbolizaban las 4 barras de la bandera catalana, obra también de Puig i Cadafalch. El arquitecto asumió plena relevancia cuando en 1917 asumió el cargo de Presidente de la Mancomunidad de Cataluña, precedente de la actual Generalitat, desde donde elaboró un ambicioso plan de enseñanza y cultura.
Las obras se retrasaron varios años, debido al colapso producido por la primera guerra mundial, siendo finalizadas en 1923; sin embargo, la instauración ese año de la dictadura de Primo de Rivera postergó la celebración del evento, que finalmente se produjo en 1929, haciéndolo coincidir con la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
Antes de 1923, concretamente el 3 de enero de 1921 Puig i Cadafalch presenta su dimisión citando el menosprecio que recibía de sus proyectos, y alegando una falta de autonomía en la prolongación de sus obras, donde tenía que batallar con unos recortes constantes de presupuesto. El golpe de estado en España y la llegada de primo de Rivera obligan a Puig i Cadafalch a exiliarse. El propio dictador Primo de Rivera mandó derribar las cuatro columnas, demasiado nacionalistas para su gusto.

En 1927 la Junta Directiva de la Exposición Internacional de Barcelona convocó un concurso público para diseñar la entrada al recinto. El 18 de enero de 1928 fue aprobado el proyecto del arquitecto Ramón Reventós, quien ya trabajaba en diferentes obras para la Exposición, como el restaurante de Miramar, el Teatro Griego y el Pueblo Español.
Las Torres Venecianas
Ramón Reventós diseña las torres de acceso al recinto de la Exposición de 1929, más conocidas como Torres Venecianas, son dos torres gemelas, de carácter ornamental marcadamente vertical. Situadas en la intersección de la avenida de la Reina María Cristina con la plaza de España de Barcelona. Inicialmente esta avenida recibió el nombre de avenida de América, pero más tarde se renombró en honor a la reina madre del entonces rey de España, Alfonso XIII. Se proyectó una avenida monumental de acceso al recinto ferial, donde destacaban un conjunto de surtidores de agua y unas farolas tipo vitrolux, eran columnas de vidrio iluminadas por luz eléctrica de diversos colores de estilo art-déco, conocidas popularmente como «espárragos» diseñadas por Maria Rubio Bellver. Estas luminarias fueron retiradas en 1936. Actualmente en la avenida solamente quedan los surtidores de agua, que suelen funcionar en días festivos o en ocasiones remarcables.

Farolas Vitrolux, iluminaria de la Av. María Cristina, 1929
A ambos lados de la avenida se encontraban los edificios principales de la Exposición.
Al final de la avenida y al pie de la montaña se construyó la famosa Fuente Mágica de Montjuïc, obra del ingeniero Carles Buïgas, que asombró al público por su fantástico juego de luces y surtidores de agua; aún hoy es una obra emblemática de ingeniería de la capital catalana.

Fuente Monumental del Cales Buïgas
Pero volviendo a las torres que enmarcaban la entrada, pasaron rápidamente por denominación popular a ser conocidas como “Las Torres Venecianas” debido a su similitud con el campanile de San Marcos en Venecia, del cual se inspiran. Son solo 3 metros más bajas que el de Venecia.

Foto del Campanile de San Marcos, Venecia
En origen, al pie de las torres, había una balaustrada decorada con cuatro esculturas: las Artes y la Industria, de Carles Ridaura, el Comercio, de Enric Monjo y el Deporte, de Josep Viladomat. Obra de Ramón Reventós, proyectó una gran explanada frente a los Palacios del Vestido y de Comunicaciones y Transportes —cuyas obras ya estaban iniciadas—, delimitada por una balaustrada que mantenía la estructura de hemiciclo marcada por ambos palacios. Unas amplias escalinatas permitían salvar el desnivel existente entre la explanada y el resto de plaza de España. Pero tanto la balaustrada como las estatuas fueron retiradas durante la reurbanización de la plaza a la década de 1970. Se conservó la estatua de las Artes -también conocida como Mujer con niño-, que todavía podemos ver no muy lejos, en la entrada del aparcamiento de la Feria de la avenida Paral·lel.

Foto de la Plza. España con la escalinata y las balaustradas, antes de su restauración en los años 70
Completando el conjunto y como puerta principal de acceso al recinto, Ramón Reventós diseñó las dos torres gemelas, que rompían el carácter de horizontalidad de los dos palacios adyacentes, y potenciaban el eje de la Avenida de la Reina María Cristina. El estilo arquitectónico de las torres lo incluiríamos dentro del historicismo.
De planta cuadrada, las torres tienen una altura de 47 metros, y 7,2 metros de lado. La altura de la torre queda dividida en cuatro secciones: la base de sillares de piedra artificial, el fuste de ladrillo a cara vista y una galería superior, formada por columnas de piedra artificial, sobre las que descansa la cubierta a cuatro aguas de la torre, fabricada en cobre. Fueron construidas con materiales poco nobles, piedra artificial en la base y en la galería, ladrillos encarnados en el cuerpo de la edificación y cobre para el techo piramidal debido a que iban a ser derribadas después de la exposición internacional, por eso que no se dedicó un presupuesto extenso en materiales. Pero finalmente la opinión pública, consiguió que estos elementos simbólicos, como otros de la feria (véase MNAC, Pueblo Español etc.) fueran indultados de la destrucción y por tanto de la desaparición de la memoria colectiva y así pasasen a formar parte del paisaje de la ciudad.



Durante la Exposición, la torre oeste centralizó los controles de los juegos de luces y agua de la Fuente Mágica de Montjuïc, la otra albergó las sirenas de avisos. La nefasta guerra civil española, 1936-1939 también les reservó una nueva y desconocida utilidad, ser parte de la defensa antiaérea de la ciudad, protegiendo a la ciudad de los bombardearon a que fue sometida sistemáticamente por los aviones fascistas de Hitler y Mussolini. Las torres albergaron ametralladoras y focos antiaéreos.
Debido a su perennidad con la que fueron concebidas, en 1985 se llevó a cabo una primera restauración, incluyendo la reparación de los techos originales. En 2009, tras una inspección por los técnicos del Ayuntamiento de Barcelona se detectó un elevado grado de degradación en ambas torres (humedades, fisuras, grietas y hongos en la madera), que obligó a cubrir las secciones superiores con redes para evitar desprendimientos. Finalmente, entre 2013 y 2014 se llevó a cabo un proceso de rehabilitación integro, con un coste de 472.000 euros para las arcas públicas.
Obras de restauración
El interior es hueco. Una escalera se va adaptando a las paredes. Durante el festival 48Openhouse se pueden visitar y subir hasta alcanzar el punto más alto, donde se han realizado unas estructuras de madera para poder gozar de una vista privilegiada desde la altura, algo que nunca fue concebido en el proyecto original, ya que nunca contempló la posibilidad de que pudiesen servir de mirador.

Fotos del interior de la torre
La inauguración de la exposición internacional, efectuada por el rey Alfonso XIII, se realizó el 19 de mayo de 1929, donde asistieron más 200.000 personas. Durante los meses que se celebró el evento más de 2.500.000 de personas visitaron la exposición a pesar del déficit presupuestario de 180 millones de pesetas que dejó el evento. Su éxito por tanto fue relativo: durante su celebración se produjo el célebre crack de la bolsa de Nueva York, el 29 de octubre de 1929, lo que redujo el número de participantes en el certamen. Pese a todo, sí se consiguió un gran éxito a nivel social, con gran afluencia de público, y amplios logros conseguidos para la ciudad, sobre todo a nivel arquitectónico y urbanístico.
Desde la revisión histórica, acercándonos ya el centenario, podemos afirmar que los hechos acontecidos hicieron de la Exposición un evento de primera magnitud para la historia de Barcelona, de la cual somos deudores al dejar elementos arquitectónicos que forman parte de nuestro paisaje diario, aunque muchas veces desconozcamos quiénes son y su historia, nada extraño en una ciudad que va a un ritmo enfurecido y no se detiene a conocer a sus vecinos de toda la vida ya sean de carne o de piedra. Las Torres Venecianas han sido vecinas mías de siempre, vamos de los que dices “de toda la vida”, pero ahora ya las conozco y puedo saludarlas, aunque sea con un escueto “bon dia”, ya hemos establecido un vínculo que me permiten comprobar que siguen allí, inalterables, adaptándose al paso de tiempo…Como todos los que al final conformamos el paisaje de la ciudad.









Fotos de las visitas guiadas durante el Festival de Arquitectura 48OpenHouse Barcelona