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Torre Bellesguard. Antoni Gaudí 1900-1909 (1916)


Sin duda alguna, la intervención de Antonio Gaudí (1852-1926) en la torre Bellesguard es, la que más historia atesora de todas sus edificaciones, condicionando enormemente muchas de las decisiones arquitectónicas que Gaudí tubo que abordar durante el proceso de construcción.


Dibujo a mano alzada de la torre y sus aledaños




Planos. Alzado y planta de la torre



El solar donde se lleva a cabo la Torre es un terreno lleno de historia y así lo testifican las diferentes ocupaciones que las civilizaciones han tenido en este territorio. Se han encontrado cerámicas ibéricas del 200 a.C , así como restos de cerámica romana del 50 d.C y algunos materiales arqueológicos que indican su posición estratégica del control sobre el mar y la montaña. Es una zona de gran abundancia de aguas subterráneas, por su cercanía al torrente subterráneo de Belén. Todos estos condicionantes le otorgan ser un lugar privilegiado por ser testimonio tanto del tiempo como de la historia.


Pero si por algo sobresale de todas las épocas y condicionantes, es sin duda alguna durante el periodo medieval, el que deviene fundamental para el lugar. En 1408 el Rey Martí I “el Humano”, rey de la corona de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia y Conde de Barcelona, visita la finca y queda cautivado por la belleza de su posición estratégica y sus increíbles vistas sobre el plano de Barcelona y el mar Mediterráneo. La pésima salud del monarca, aquejado de serios problemas pulmonares y respiratorios, hace que su canciller Bernat Metge le aconseje dejar el Palacio Real, en el centro de la ciudad de Barcelona y trasladarse a esta finca, fuera de las murallas, donde el aire es puro, a los pies de la sierra de Collserola. Cuenta la leyenda que Bernat Metge descuartizó una cabra en diferentes trozos espaciándolos por la zona, en el último lugar donde se pudrió, allí se decidió construir el castillo que debía acoger al rey y a su corte. El nombre de la finca proviene de” bella vista” o “bon resguard”.

En 1408 el papa Benedicto XIII, conocido como papa Luna, se refugia en Bellesguard huyendo de la peste que estaba castigando sus dependencias papales en Perpiñán. Esto confiere al lugar un momento de máxima esplendor, ya que durante dos años Bellesguard será sede real y papal.



Personajes Históricos vinculados a Bellesguard. ( Martí I, el Papa Luna)


Durante la estancia del papa Luna en Bellesguard, Martí I “el Humano” recibe la noticia del triunfo de su único hijo, Martí “el joven” en la batalla de Sanluri en Cerdeña, pero también recibe la nefasta noticia de la muerte de Martí “el joven” a causa de la fiebre provocada por la malaria, que le dejaban sin descendencia. Unas velas blancas al viento al llegar los barcos al puerto de Barcelona anunciaban la muerte. El color blanco ha estado siempre considerado un color maldecido, de hecho, hasta hace poco históricamente, las novias no se casaban de blanco, sino de negro. Desde las increíbles vistas de Bellesguard el rey y la corte vieron esta malas nuevas. Gaudí representó estos hechos en los mosaicos de entrada al edificio.


Foto con el mosaico de las velas blancas y la fecha de los hechos



Así mismo también representó el momento de grandeza del rey Martí “el humano” con una alegoría a su excelso poder sobre el mediterráneo. Hace referencia a la frase de Roger de LLúria. “Cap peix gosarà fer-se a la mediterrànea sense dur l’escut i l’ensenya del Rei de la Corona d’Aragó al llom”. Referencia directa al poder del rey Martí I como máxima potencia dominadora del mediterráneo.



Foto ilustrativa del mosaico referencia a la frase de Roger de Llúria



En un desesperado intento por tener descendencia, el monarca se casa en Bellesguard con la jovencísima Margarita de Prades. El papa Benedicto XIII preside la ceremonia. El 13 de mayo de 1410 muere Martí I sin descendencia y si haber nombrado sucesor. Se inicia un periodo de interregno durante dos años que finaliza con el compromiso de Caspe, por el cual es proclamado rey su sobrino Ferran de Antequera, de la dinastía castellana de los Trastámara. Con la Muerte de Martí I muere el último rey catalán. Este hecho también es recogido por Gaudí en uno de los mosaicos de los bancos de entrada, donde se pueden ver unos nubarrones ciñéndose sobre las montañas de Montserrat, símbolo de la virgen y la catalanidad, el sol se pone, aludiendo que con la muerte de Martí I se extingue la línea de linaje real directa de la casa de Barcelona.


Foto ilustrativa del mosaico referente a las nubes negras sobre Montserrat



Todos estos hechos hacen que cuando Jaume Figueres compre el solar y le encargue a su amigo Antoni Gaudí la realización de una casa familiar, Gaudí ante el peso de la historia del lugar se vea atraído, y no pueda negarse a rechazar la oferta. Jaume Figueres y Antoni Gaudí eran íntimos amigos, juntos habían formado el circulo de Sant Lluc de Montserrat, siendo los dos hombres de la Reinaxença, un movimiento filosófico y cultural caracterizado por la reivindicación de los mitos, los símbolos y los personajes del pasado, así como de la lengua e identidad catalanas. Todos estos condicionantes hacen a Gaudí interesarse rápidamente por el proyecto que se le encargaba. Poder intervenir en un lugar que reunía como ninguno otro todas estas características lo hacen un proyecto muy personal ya que en él no tiene que responder a un encargo religioso, sino trabajando para un amigo conjuntamente. En este proyecto Gaudí se siente muy libre y la historia del lugar es una inagotable fuente de inspiración, realizando un castillo a medio camino entre la arquitectura gótica y la modernista. La importancia histórica de la finca determina esta obra de Gaudí. La particularidad de la Torre Bellesguard entre las obras del arquitecto es precisamente la inspiración en un castillo medieval, en el palacio gótico de Martí I “el humano”. Esta similitud con el castillo hace que Gaudí haga algunas excepciones en su estilo, utilizando las líneas rectas, impensables en Gaudí, para las almenas y las líneas defensivas.

Rodea todo el perímetro como una zona amurallada, renombrándola Palacio del Rey Martí I, siendo una de las partes de las ruinas medievales que se conservaban y que Gaudí se encuentra en la finca y las reconstruye fielmente, siendo muy respetuoso con el patrimonio histórico encontrado por encima de sus gustos. Respecta la base de las torres de entrada originales (un Prasidium de peaje de la cercana Vía Augusta) reconstruyendo lo que se ha perdido.





Incrusta el escudo de la corona de Aragón (sol y cara) en las torres y reconstruye el patio de armas. Añade la barandilla de hierro, pudiéndose apreciar perfectamente la parte reconstruida, pues la parte realizada en mortero es la original datada en época medieval y el tocho visto es la reconstrucción.



Fotos de la puerta de entrada a la muralla con el escudo, e interior reformado por Antoni Gaudí




Gaudí trabaja en Bellesguard entre 1900 y 1909. En su estilo es habitual encontrar tres tipos de simbología: la religiosa, la catalana y la que hace referencia a la naturaleza. En el proyecto de la torre Bellesguard podemos encontrar todas estas características representadas, donde la catalanidad y la religiosidad adquieren un papel predominante.

Podemos decir que Bellesguard es el proyecto más personal y en el que tiene que hacer más concesiones a sus gustos y creencias arquitectónicas porque siempre tiene presente el fuerte peso de la historia. Es por eso que en el edificio central quiere representarlo como una fortaleza, teniendo que utilizar la línea recta más de los que Gaudí nos tiene acostumbrados, pero en Bellesguard debe hacerlo, porque está comprometido a respetar la memoria del lugar.

Integra el edificio dentro del paisaje utilizando materiales extraídos de la zona, integrando la arquitectura en el entorno. Para disimular esta linealidad (que se ve obligado a utilizar para darle el estilo gótico de castillo), Gaudí reviste la estructura de la casa de tocho, con piedra de pizarra propia de la zona en diferentes tonalidades para jugar con la luz. La casa se transforma y cambia de color en función de la hora del día, o del tipo de día. Para la fachada tarde seis meses solo en elegir las piedras de diferentes tonalidades para crear una falsa sensación de volumetría y de esta manera romper con el plano.

Además, pondrá en relieve en el contorno de las puertas y ventanas con mosaicos de trencadis hechos con la misma piedra de pizarra que recubre la fachada. Se construye un molde de madera, se ponen las piezas de pizarra a modo de trencadis, el cemento y se deja todo un ciclo lunar de 28 días, antes de no sacarse del molde y ponerse en la fachada.

En la fachada, hasta los bajantes de agua son revestidos con este trencadis, para dar relieve y romper con la linealidad que el arquitecto estaba obligado a usar, pero quería disimular a toda costa.




Cromatismo de la fachada



De la fachada destaca poderosamente el pináculo con la cruz coronándola, uno de los trazos más característicos de Gaudí. La cruz señala los cuatro puntos cardinales. La inspiración de la forma le viene a Gaudí de la observación del fruto de los cipreses. Los cipreses siempre han sido unos árboles asociados simbológicamente a la unión entre la tierra y el cielo, siendo un árbol que se encuentra generalmente a la entrada de los cementerios, simbolizando esta unión. Es muy curioso que de este árbol tan simbólico tenga un fruto que se abre en forma de esta cruz, que Gaudí rápidamente introdujo en su imaginario creativo. Debajo de la cruz encontramos una corona, una clara alusión al rey Martí I “el Humano”. Y justo debajo envuelto en un pináculo en espiral las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la senyera. Durante el franquismo la senyera fue pintada de color gris, en un intento de ocultar todos estos elementos simbólicos. No fue hasta los años 80 cuando los propietarios le devolvieron el color original. Desde arriba de la cruz hasta el suelo, hay 33 metros. 33 sabemos que es la edad de Cristo cuando murió, pero también sabemos que el nº3 es bastante utilizado en la masonería, el pitagorismo y la alquimia. Y es que la simbología en Gaudí siempre está presente.



Fotos del pináculo



En la fachada también se vuelve a repetir en número 3, con los tres balcones que vienen a simbolizar la santísima trinidad: el padre, el hijo y el espíritu santo.



Fotos fachada con los balcones



En la puerta principal de hierro colado encontramos la frase “Ave Maria, sense pecat fou concebuda” dando la bienvenida al visitante, una saludación mariana, ya que Gaudí era ferviente seguidor de la virgen María. En uno de los rincones de la “M” encontramos dos estrellas de ocho puntas.




De la fachada también destaca poderosamente el espectacular rosetón llamado “Estrella de Venus”. Aquí no se puede ser tan categórico al atribuirle una simbología, es más abierta la interpretación, pero sí que se manejan 3 posibles interpretaciones:

- Por un lado, se cree que podría tratarse de un nacimiento que podrida haber contenido las figuras de un pesebre y la estrella de colores pudiera significar la estrella de oriente que los reyes magos siguieron.

- Por otro lado, podría tratarse de una alusión velada al interés de Gaudí por la astronomía indicando la posición de venus en el cielo, y a la petición de amparo a la dehesa Venus, dehesa del amor y de la fertilidad en una clara reminiscencia al momento trágico en el que Margarita de Prades y el rey Martí I “el humano” no pudieron tener descendencia, rompiéndose para siempre con la línea de tener un rey catalán. Podría entenderse como una ofrenda para que Venus bendijera con los frutos a un heredero.

- Y la tercera explicación es que los condes de Barcelona llevaban un sus ello real, una estrella con ocho puntas. La estrella de ocho puntas es un símbolo cátaro, que simboliza otra iglesia, la iglesia del pueblo, alejada de la iglesia opulenta y oficial. Pere el católico (1177-1217), antepasado de Martí I “el Humano”, murió defendiendo a los cataros en la cruzada de roma. Martí I como último conde de Barcelona, será el último que llevará su sello real, una estrella de ocho puntas.



Fotos de la "Estrella de Venus" exterior-fachada.



Fotos de la "Estrella de Venus" , interior




Interior de la torre.

El interior de la casa se divide en; semisótano, bajos, principal (donde se realizaban los actos sociales, con comedores, salas etc.), el piso, que estaba dedicado a las estancias privadas, como las habitaciones y el desván, dividido en dos partes. Uno de los desvanes era donde se lavaba y tendía la ropa. El otro estaba destinado a ser una cámara de música, por su gran acústica, aunque esta estancia nunca fue terminada. Estos dos pisos hacían a su vez de termo reguladores de la temperatura de la casa al crear una cámara entre ellos y las estancias habitadas principales. Gaudí refiriéndose a este acondicionamiento decía «como los grandes señores, que se protegen con sombrero y sombrilla».

El vestíbulo, ubicado en una parte saliente, queda bajo el pináculo de la cruz, es la estancia por tanto de mayor altura puesto que alberga la escalera que conduce a las plantas superiores. Gaudí renuncia a los ornamentos superficiales para la decoración, revistiendo únicamente las paredes con pintura de cal blanca sobre la estructura de ladrillo. El blanco realza las formas redondas y ondulantes llenas de reminiscencias mudéjares.


El interior del edificio contrasta con el exterior. Hay una recurrente fijación en Gaudí por iluminar con luz natural los interiores. Para conseguir esta luz se ayuda de vidrieras cuidadosamente dispuestas. En el exterior, Gaudí estaba atado a construir un castillo gótico por el peso de la historia, pero en el interior ya gozaba de total libertad expresiva. Como es habitual en el arquitecto catalán los exteriores de sus edificaciones suelen ser duros, de piedra y colores que se mimetizan con el paisaje. Todo lo contrario que en sus interiores, donde la luminosidad se contrapone a los grises y ocres de las fachadas. Parece que las estructuras pesadas de las fachadas se desvanecen en los interiores, efecto que es sugerido también al iluminar con luz natural las estancias. La luz vuelve livianas todas las pesadas estructuras.

Los usos que recibió la casa durante su historia ha sido distintos y algunos sorprendentes, desde orfanato durante la Guerra Civil, a clínica oncológica en 1929. Hasta volver a ser residencia privada de la familia Guilera, hasta que en 2018. La familia Guilera, ante las grandes dificultades económicas originarias de mantener todo este patrimonio vendió la finca al grupo Catalana Occidente, después que el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya rechazaran en el derecho de tanteo que poseían para quedársela.

El semisótano, albergó las caballerizas bajo un techo de bóvedas tabicadas de cañón, sostenida por columnas cilíndricas con capiteles bizantinos. Todavía pueden apreciarse los abrevaderos originales de los caballos.


Foto de las antiguas caballerizas




La zona de abajo estaba reservada para el servicio. La planta noble de la casa era donde se situaba el comedor, algunas salas y los dormitorios. La luz natural destaca en todas las estancias.

El contraste al atravesar la puerta entre el exterior y el interior es notable. La idea de castillo gótico desaparece y el estilo modernista se nos impone. Para resaltar esta idea nos encontramos con un vestíbulo de más de 10 metros de altura que en forma de atrio vertebra todas las estancias. La luz del exterior llega también matiza en colores por las vidrieras de la Estrella de Venus, un elemento lumínico y escénico muy utilizado en las obras de Gaudí, como en la Sagrada Familia, donde el pesado exterior se desvanece en luz en su interior. Una lámpara de siete metros de altura en forma poliédrica, colgada desde el centro, formada por 22 caras triangulares. Realizada en hierro forjado y vidrio plomado, nos remite con sus vidriados coloreados a la Estrella de Venus, creando un interesante juego de luces entre ambas. Una fuente en cerámica nos da la bienvenida al interior de la casa.



El discípulo de Antoni Gaudí, Domènec Sugranyes, realizó muchos de los acabados y detalles, ya que el genial arquitecto abandonó el proyecto en 1909. La casa fue terminada en 1916 por Domènec Sugranyes. El arrimadero de la escalera fue realizado por Sugranyes con figuras iconográficas de gallos y dragones en una alusión al escudo de Margarita de Prades. En el vestíbulo también encontramos una placa escultórica de hierro, un Sant Jordi matando al dragón, un elemento clave en la iconografía de la catalanidad junto a la inscripción Déu vos guard (dios os guarde) en alusión al nombre que recibe todo el recinto.



Conforme vamos subiendo por la escalera encontramos pequeños balones con una barandilla de hierro. La escalera sube hasta una pequeña estancia que da acceso a la terraza, con una falsa bóveda de arcos aristones y tres cadenas concéntricas de ladrillo enyesado, estilo que podríamos situar entre le gótico y el mudéjar. La solución estructural por la que optó Gaudí para soportar el pináculo de la torre fue un techo cuyas formas se asemejan a las de una tela de araña.



Los techos de la planta noble de la casa nos recuerdan a las soluciones arquitectónicas adoptadas en la cripta de la colonia Güell. Por el contrario, los dormitorios y salas principales presentan techos de arcos lobulados.

El desván está formado por dos pisos. Uno de ellos debía ejercer el espacio de o sala de música. es una de las zonas más interesantes del interior al no estar terminada y poder ver su estructura original si revestir de los arcos parabólicos lobulados elaborados en ladrillo. Toda esta estructura aguanta el piso superior. Es una estructura diáfana y liviana. Mientras se construía, el ayudante de Gaudí, Juan Rubió, comentó que «en Bellesguard hay cosas que todavía no sé por qué se sostienen». Esta sala posee una magnífica acústica. Al estar inacabada permite observar las entrañas estructurales. Esta sala tiene una reminiscencia estilística a la nave central de la Sagrada Familia. Algunas personas también describen a la sala como una corona al revés, en una supuesta alusión a la corona del rey Martí I el humano.


Fotos del desván de la Torre



Al final de la escalera y rodeando la buhardilla encontramos una sucesión de terrazas, con un camino que sube y baja por el tejado de la casa, mostrando una increíbles vistas de la ciudad.


Vistas de la ciudad desde la azotea



No hay que olvidar que la torre Bellesguard está concebida como un gran castillo, en honor a Martí I, y aquí Gaudí hace un giño casi infantil, de jugar con nosotros, escondiendo un detalle en la terraza que no se puede ver desde ningún punto de la finca. No es visible desde la calle, solo se hace visible cuando se recorre el tejado y se ve desde un punto concreto de una de las terrazas. Y es que todo castillo, esconde un dragón. La iconografía de la catalanidad vuelve a representarse con la interpretación de Sant Jordi y el dragón. Un dragón que se esconde como un tesoro, testimonio del devenir del tiempo y los cambios. Parece que está dormido en la azotea. La parte exterior de la buhardilla está conformada por un cuadrado con ventanas a dos niveles que se pueden observar desde el exterior gracias a unas terrazas que la rodea. Las ventanas son las que conforman los ojos y los orificios nasales del dragón. De sopetón, lo que sólo eran muros y ventanas son ahora un dragón, que nos mira cuando nos ponemos justo delante.




Es una imagen icónica de la edificación. Un homenaje a Catalunya, a sus mitos, a su historia. Si en la Casa Batlló las escamas del dragón conforman el tejado de manera sugerida, en la Torre Bellesguard la solución de Gaudí fue mucho más evidente; sin embargo, no se ve hasta que la tienes delante. Y si hay dragón, ¿dónde está la espada? Animo a todos los lectores a encontrarla…aunque a modo de pista bien podemos interpretar el pináculo que sostiene la cruz a los cuatro puntos cardinales como la espada de Sant Jordi.


Belleguard es sin duda alguna un recorrido por la historia de Catalunya, pero a su vez atesora otro recorrido en sí mismo, desencriptando el proceso creativo y constructivo de uno de los más geniales arquitectos de la historia.



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