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Diálogos en el Espacio Público. "Ofelia ahogada", Jardín de Vil·la Cecília, Barcelona.





Pasear por el jardín de Vil·la Amèlia siempre me ha trasportado a imborrables recuerdos tatuados en mi mente pertenecientes a mi juventud. Los templetes entre los cipreses fueron testigos de mis primeros escarceos amorosos, “cuando el beso era amor y el amor tanto”. En aquel momento, a principios de los años 80 solo se podía acceder al jardín de Vil·la Amèlia. Por el contrario, Vil·la Cecília, justo enfrente, era una mansión perteneciente a alguna familia burguesa que se mantenía cerrada al público. No fue hasta más tarde (1986) cuando se abrió como continuación del jardín de Vil·la Amèlia, aunque con un carácter y estilo totalmente diferentes. En cuanto se abrió y lo conocí rápidamente quedé atrapado en él.


El jardín de Vil·la Cecília es una escenografía de la naturaleza, un jardín repleto de sorpresas. Los elementos estructurales que lo integran juegan con el visitante; las farolas son estructuras de árboles modernos de hierro, los muros de contención adoptan las formas de raíces, los pasillos conducen a rincones escondidos. Los parterres se disponen en forma irregular y las puertas de entrada al recinto son hojas de árboles cortadas en acero pintado, adoptando el nombre de los dos jardines. Se puede leer el nombre de cada uno de los jardines cuando están abiertas y cambia cuando las puertas permanecen cerradas.


Fotos de las puertas de acceso a los jardines.


La historia nos narra que los dos jardines, tanto Vil·la Amèlia como Vil·la Cecília, pertenecían a un solo origen, Cal Noyu, una masía convertida en Quinta Amèlia posteriormente y que, en 1909, fue adquirida por Eduardo Conde. Este indiano, empresario y propietario de los famosos almacenes El Siglo, le cambió el nombre a la finca por el de Vil·la Cecília en honor a su mujer. La Quinta Amèlia era en una enorme finca de 23.000 metros cuadrados. En los años 70, cuando el Ayuntamiento se hizo con los terrenos, se proyectaron dos jardines públicos vecinos: Vil·la Amèlia, diseñado en 1970 de estilo romántico clásico, y Vil·la Cecília, inaugurado 16 años después (en 1986). Este último responde a un original diseño de los arquitectos Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña que les reportó ganar un premio FAD por el diseño del jardín.


La calle Santa Amèlia divide ambos jardines, concebidos desde un concepto de jardín totalmente contrapuesto. Vil·la Amèlia es un jardín clásico, de estilo romántico, dentro de los jardines de estilo proyectados durante los años 70. En contraposición Vil·la Cecília es un proyecto posmodernista, innovador y original en su concepto, un alarde de diseño posmoderno en un momento pre-olímpico donde este estilo es altamente apreciado.



Fotos del jardín de estilo romántico de Vil·la Amèlia



Localización , planos y construcción de Vil·la Cecília.



Detalles de construcción y diseño de Vil·la Cecília.



Pero si los observamos detenidamente y nos paramos un rato a reflexionar, podemos ver que existe un nexo de unión inesperado entre los dos jardines que les confiere una identidad única. Es un elemento muy sutil que no se impone a la vista del visitante, sino que debe encontrado, es un elemento que se nos aparece, se nos revela. Este punto de encuentro lo encontramos al entrar en Vil·la Cecília. Junto a su muro perimetral, hay un estanque de agua que rodea la parte frontal del jardín, es un lugar recogido donde podemos apreciar una figura femenina bocabajo rodeada por un flujo del agua constante en un largo canal. Si nos queremos acercar a la figura para contemplarla más de cerca debemos iniciar un recorrido laberíntico, que nos transporta al final de este, a un pequeño parterre en frente de la figura. La figura responde al nombre de Ofelia ofegada” (“Ofelia ahogada”) obra del escultor Francisco López Hernández, datada en 1964 y adquirida en 1986 para instalarla en el nuevo proyecto del jardín. Es una escultura realizada en bronce y es la representación hiperrealista a tamaño natural de Ofelia, el personaje homónimo de la obra teatral “Hamlet” de William Shakespeare. Un personaje con trágico final; morir ahogada. Este mito ha sido muy recurrente en la historia del arte y podemos encontrarla en la obra de numerosos artistas a lo largo de sus trabajos, en especial durante el periodo romántico.



El mito de Ofelia tratado en el arte clásico.



Nuestra “Ofelia ofegada” es un hermoso punto romántico en un espacio público posmoderno que nos regala este hermoso rincón en el espacio público de la ciudad de Barcelona. Sin duda alguna, es una de las mejores interpretaciones de la escultura integrada en un espacio público, que no viene a imponer su presencia desde un pedestal, sino que nos acompaña y sugiere un mundo onírico a través de su discreta presencia fundida con la naturaleza que la envuelve.






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